Gente nocturna
Ara
de Ana Torres Peñalver
Ara tiene motivos para huir de casa, pero no hay que olvidar que es la angustia el fruto prohibido y la pieza que empuja al resto del dominó. La sinopsis podría resumirse parafraseando a Oscar Wilde: «Todo hombre mata aquello que ama. Unos lo hacen con una mirada cruel; otros con una palabra halagadora. El cobarde lo hace con un beso; el valiente con un cuchillo». Aun con todo, se ríe con Ara como con las comedias de Rafael Azcona y Luis García-Berlanga o con Qué he hecho yo para merecer esto, de Pedro Almodóvar. A pesar de lo bien pagado que está el sarcasmo, la comicidad es parienta de la ternura.
Ana Torres ha irrigado, en las páginas que siguen, un universo reconocible con una mitología propia que está en crecimiento. Hay escritores que se quedan y sufren; los que se van sufren también, pero intentan escribir su vida. Con esta ópera prima, Ana Torres ya ha llenado su bio y su árbol genealógico de flores y animales de origami y de monstruos también. «Limpiar es empezar de cero», dice el personaje de la madre en uno de mis monólogos favoritos de la obra.
Otra forma de empezar de cero es hacer esculturas de papel…, y sobre el papel.
María Velasco, dramaturga y creadora escénica
